La cantante argentina radicada en los Estados Unidos visitó Buenos Aires para presentar su nuevo álbum “Todos los fuegos” en el “Bebop Club” en Uriarte al 1600. Después de una audición completa del disco, la talentosa artista y profesora habló extensamente a solas con este medio para contar su nueva producción.
(Capital Federal – Miércoles 02 de Julio de 2025)Roxana Amed está de paso por esta ciudad y no se sorprende con el frío de las últimas jornadas en esta localidad. “En New York hay temperaturas más bajas que éstas en invierno, ya estamos muy acostumbrados a esta clase de clima y menos, que suelen darse a mitad de esa estación, encima tenemos nieve que cae muy impiadosa, corta calles y caminos. Esto es un souvenir al lado de lo que nos toca pasar cada invierno”, busca consolar muy dulcemente al entrevistador una gran artista que eligió esta etapa del año para regresar a su país para presentar su nuevo registro, portando un título que es toda una declaración de derechos. “Todos los fuegos”, álbum lanzado por Sony Music Argentina en las últimas semanas, es su nuevo material que se suma a la gran discografía que contempla varios discos como solistas y algunos proyectos en conjunto en compañía de destacados colegas. La entrevista exclusiva con Noticias 1440 está pautada a las 14: 30 horas y con una notable puntualidad la cantante llega en ese horario al “Bebop Club” en la calle Uriarte al 1600, donde la reciben Gabriel Cygielnik, anfitrión del lugar y coordinador de la grilla artística, junto a Sergio Ponfil, directivo del sello que publicó en las plataformas digitales en las últimas horas un disco que revisita en la voz de esta gran intérprete los temas de cuatro creativos del rock argentino, a los cuales Roxana no dura en calificarlos como “faros musicales”.
Para matizar el frío en el exterior y los vientos en la vía pública, en el lugar de charla hay una mesa con riquísimas empanadas al borde de quemar las manos, acompañadas de unas botellas de tinto con copas enormes en las que uno podría tirarse desde un trampolín. Ella, con un tapado rojo shocking, una sonrisa que puede iluminar el amplio club musical en su totalidad y su cabello escenificando un rostro con facciones dulces, se acomoda tranquila en un sofá a tono con su abrigo y apenas se sienta lanza un intimidante “te gustó?”, sobre su flamante publicación. “Todos los fuegos”, una grabación que merecería aparecer en la primavera argenta en vinilo o CD, contiene once canciones. Son ocho relecturas hechas a su reconocible estilo de cuatro referentes ineludibles de la música del país, con dos tracks de Gustavo Cerati, Charly García, Fito Páez y Luis Alberto Spinetta, sumando en el final tres canciones propias, un quinto foco ígneo que no baja el hervor de un seductor álbum que merece un par de escuchas bien intensas y distendidas. De fondo suena en el local la totalidad del disco, pero al momento de iniciar la conversación, ella prefiere el silencio como único ambiente para esos 75 minutos pautados a solas con Noticias 1440.
La placa incluye de Charly García “Salir de la melancolía” y “Cinema Verité, ambas de su etapa con Serú Girán, también están los tracks “Asilo en tu corazón” y “Vida siempre” de Luis Alberto Spinetta, “Dejaste ver tu corazón” y “Ciudad de Pobres Corazones” de Rodolfo Páez, selección de temas de terceros completada con “Corazón Delator” y “Verbo Carne”, de Gustavo Cerati, la primera del disco “Doble Vida” con los Soda Stéreo en 1988. Hay tres temas propios para completar la situación, “Diamonds” y dos versiones de “La sed verdadera”, en un proyecto que la propia Roxana produjo minuciosamente pero a intensa velocidad grabando a comienzos de esta temporada en su residencia norteamericana, con la compañía de Leo Genovese, Tim Lefebvre, Kenny Wolensen y Mark Small. Hoy Amed no para de irradiar felicidad por el resultado alcanzado, pero igualmente mantiene su enorme y elocuente humildad sobre esta nueva producción artística, que tendrá en pocos meses la correspondiente oficialización en este club que la cobija para promocionar un material de distinguida concepción que seduce por múltiples motivos. Con calma y mirando el sol a regañadientes mientras responde las consultas, Roxana Amed habló distendida de su gran proyecto “Todos los fuegos” con este medio, brindando las siguientes declaraciones:
¿Qué significa tomar canciones de referentes tan fuertes en la música y llevarlas hacia tu propia forma de expresarte?
Roxana Amed: Es un desafío atrapante que conlleva sus riesgos. Como ocurre en muchas cosas que encaro, también una vez más yo decía, “la voy a cagar”. Pero me obsesioné.Y es literal eso de ponerme en la piel y mirar en qué punto también encararlo. Este álbum incluye un clásico como “Ciudad de Pobres Corazones”, es una de las canciones en las que yo no cambio el género. Digo, “no me verás arrodillado”, porque era su historia, es su historia. Muchas veces cuando uno canta y mantiene el género masculino, porque así fue el autor, a veces realmente es raro y lo alejas de tu propia experiencia. Pero en este caso yo quise ser mensajera. Ser la emisaria de una situación dramática y creo que es uno de los momentos de mayor densidad documental de nuestros artistas. Hay poco filtro, es una cosa estúpida lo que estoy diciendo, pero hay poco filtro poético. Hay veces que sale eso, repetís palabras, no te importa nada, es todo fuego. Y hay veces que no, que lo vas curando, que vas puliendo el diamante. “Ciudad de Pobres Corazones” es la canción que más miedo me daba a mí y mi conexión con eso físicamente fue el blues. Yo no la iba a poder cantar obviamente como Robert Plant (Led Zeppellin) o como Fito Páez. La tenía que cantar sin dudas como una cantante de blues. Entonces todo eso se iba a ir a una cuestión de ciertos timbres y ciertas formas de improvisar y por ahí tenía que encontrarle el lugar. Y entonces traté de poner toda esta energía que le hubiera puesto a “Ciudad…” como si fuese a cantar un blues.
¿Hubo algo que te indicara como quedarían ordenadas a la hora de escucharlas en un tracklist tradicional?
Roxana Amed: Nó, fue una cosa bastante musical. O sea, escucho esta música, escucho esta otra, quiero que vaya a ésta música, aquí no hubo una determinada guía poética que muchas veces tengo, como en mi disco anterior, en “Becoming Human” del 2024 un registro que estuvo nominado para los “Premios Gardel”, está claro que voy con la gloria del jazz y de las mujeres. Ahí, por ejemplo, cada canción es un episodio de la vida y yo voy contando desde el no ser hasta volver al no ser. Hay una guía llevada por el relato poético. En este caso no. Era, textual, escucho esta clase de música y necesito que esto se transforme en otra cosa, que después de esto venga tal otra cosa, que haya como gotitas de bálsamo o de quietud, ¿nó? Fue un criterio bien musical.
Roxana, podría decirse respetuosamente que hiciste un poquito de “trampa” con el perfil de repertorio elegido, porque “Corazón Delator” (Soda Stéreo) es un tema que se grabó en Nueva York y vos dede que te fuíste a vivir a los Estados Unidos estás cercana a esa zona, además estuvo Carlos Alomar un poco orientando a Gustavo cuando le dieron el perfil a esa canción, que trasladada a esto es todo un hallazgo.
Roxana Amed: Está bien lo que estás contando porque ese el primer disco que los Soda viajan a grabarlo afuera, tenían varios productores en la mira y seleccionaron a Carlos Alomar, que es un notable realizador latino que está radicado en Estados Unidos y que trabajo con David Bowie, entre otros. “Doble Vida” es un gran trabajo de los Soda y ese disco los instaló en otros lugares adonde no habían llegado, con un audio bastante más internacional que los anteriores. Aunque la mayoría le prestó mucha atención al primer single que fue “En la ciudad de la furia”, no caben dudas que “Corazón Delator” es un tema que desarrolla una seducción incandescente y no me lo quería perder al hacer este disco tan distintivo y cautivante.
Pero en la otra canción que elegiste de Cerati, cambió la naturaleza original del tema ya que es una canción mayormente grabada en Buenos Aires que luego recibió un notable tratamiento sinfónico en Londres. ¿Cómo es el caso de «Verbo Carne»?, que no fue en este lado anglo de New York, sino en el del Reino Unido, donde Gabin Wright le dijo a Gustavo “bueno, vamos a rearmar la orquesta que armó Alejandro Terán y le damos ese tono inglés más poderoso? ¿Cómo fue para vos desarmar todo ese ADN del tema original y meterlo ahora acá en este disco con tu impronta?
Roxana Amed: Sabía un poco la historia esa, le dije en algún momento a mi colaborador dos semanas antes de hacerlo, porque fue todo rápido, “estoy haciendo un disco de rock” (risas), entonces me contestó “¿y qué vas a hacer?, ¿la vas a grabar?”. Y yo le dije “nó, no, voy a hacer jazz” (risas). “Ok”. O sea, tipo no puedo decirlo, era ser consecuente con lo que he hecho. Voy a hacer jazz, pero bueno. El me recordó lo impresionado que habían estado en el estudio, porque ese tema Gustavo lo cantó eso directo, ¿nó?, con la enorme orquesta que le armó el primer violín de ese ensamble en Abbey Road. El instrumenista Mark Small toca los vientos en mis discos, es mi colaborador desde los primeros discos de mi vida en Estados Unidos. Es un hermoso compositor, conmigo tocó todos los vientos que se te ocurran. Entonces le conté un poco la historia de Gustavo, le hice escuchar esa versión y le pedí que hiciera una cosa como más abstracta y más mística, por decirlo de algún modo. Y él se hizo su propio viaje y su propio duelo, digamos, porque él conoció y se despidió de algún modo de Gustavo en ese proceso, porque era nuevo para él. De hecho, el final de “Verbo Carne” tiene un momento medio místico, que no sé por qué salió justo en estos dos temas. Y yo quise, cuando yo se lo grabé con el piano, que fue muy parecido a lo que él hizo, allí lo que hice fue más natural: transcribí y acomodé un poquito, pero le di creo el color ya de lo que necesitaba él, para hacer el arreglo para los vientos.
¿Estaba el riesgo latente en cada versión encarada de perder la estructura del tema y que el recuerdo existente perdiera su formato o esencia?
Roxana Amed: Exacto, ocurrió en esa y las demás canciones seleccionadas. Yo no me podía mover de ahí porque entonces rompo la canción. Muchas veces mis decisiones de improvisar o nó pasan por lo tímbrico, que a lo mejor lo canto en un registro no tan pop o no tan rock, o agrego colores, o hay una armonía que hago con las voces que no es del todo diatónica y que hay algunas cosas raras, pero en este disco en particular creo que los espacios de improvisación literal están más que nada en los instrumentos. Hay algunas cosas que yo por ahí he improvisado, pero esos momentos fueron preconcebidos con los aportes vocales y jazzisticos. Siempre el cantante es el emisario y todos en el tema somos como “trompos psicodélicos”.
Digamos que sacarlo de su envase original hubiese involucrado cambiarlo de género y ahí bucear con situaciones no tan habituales, nó?
Roxana Amed: Tal cual, alguna vez haré a lo mejor un disco más de free jazz, donde no me importe nada y cantaré en cualquier idioma y haré cualquier cosa y bueno, porque soy un trompo más. Pero acá creo que mi aporte fue cuidar que la melodía estuviera cerca, cambiarle los timbres, eso sí, cambiarle el fraseo, la rítmica no es la rítmica del rock ni del pop y ese es el trabajo delicado. Podría haber pasado con un saxofonista, pero es un saxofonista que toca rock o ponés a Wayne Shorter y vas a ver que a lo mejor las notas son parecidas pero todo lo demás no.
Me imagino las idas y venidas cuando surgió la idea madre del álbum y tuviste que poner en marcha el operativo para hacerlo. Decidir que cuajaba con vos y que cosas no te deparaban conformidad o calma.
Roxana Amed: Fue algo muy físico inicialmente, porque yo los temas los tengo que pasar por el cuerpo y salen, pero eso sale o no sale. Por eso está el delicado lado de mi trabajo de producción para decir, “acá yo no estoy”, “esta canción no la puedo grabar porque te puedo hacer el simulacro”, pero nó. Y eso no me lo va a creer nadie. Creo que si creen en las canciones que les canto, es porque las pude pasar también por mi propio corazón o con mi propio instrumento. Pero me alegro que todo eso esté funcionando. Por otra parte, creo que el compositor, el poeta, quien sea, cuando pone la obra en el mundo, ya es del mundo. Es así. Da un poco de miedo igual, ¿nó? Poner las obras de uno y a la vez saber que estás tomando algo que a alguien le llevó noches o que alguien que cantó durante muchos años. Yo particularmente siento este pesar de no haber podido conocer a todas estas personas o no haber podido hablar de eso. Entonces, hay en mi cabeza, hay en mi emoción cuando lo canto, una conversación. Voy cantando y digo ¿te gusta así? ¿te parece? ¿está bien?.
Roxana, ¿cómo tomaste esta decisión de elegir los cuatro faros del rock argentino para hacer un álbum con tu voz y tu banda?
Roxana Amed: Digamos que busqué por todos lados. Es decir, encontrar una forma de sintetizar el rock argentino en un disco es imposible, o sea, sale mal de movida. Pero quería intentarlo. Y hubo voces que se impusieron por sobre otras. Creo que no es casual, creo que estos cuatro artistas, y me refiero a Charly García, a Fito Paez, a Gustavo Cerati y a Luis Alberto Spineta, ellos fueron y son “antenas de la naturaleza argentina” y dejaron sentado un gran lenguaje musical, no solo del rock, sino de lo todo que es la “identidad musical argentina” para las generaciones que vengan y que vendrán. Quise simplemente hacernos acordar de la magia de ese legado y de la flexibilidad de ese legado, porque es justamente tan brillante, algo que se puede prestar para un lenguaje como el jazzístico, de algún modo acercar los tiempos, porque hay mucha música nueva todo el tiempo, pero siento que esta música no puede ser olvidada.
¿Qué te une con la música de Soda Stéreo o de Gustavo Cerati?
Roxana Amed: Me seduce, O sea, Soda Stéreo o Gustavo solista. Me resultó, fue como un descubrimiento Gustavo para mí, yo fui a buscarlo, fui a indagar, fui a sacar historias que tenían que ver con su lugar en el mundo y en la escena en su época. Yo quería encontrar la canción y al artista, fui entrando de a poquito y así fue como fui encontrando algunas joyas, justamente para que yo pudiera servir en mi rol, no porque sea la única forma de que sean reconocidas joyas. En el caso de Cerati, creo que la delicadeza de su voz es también una piedra preciosa que no sé si todo el mundo escucha desde esa perspectiva, porque era tan deslumbrante su presencia. Gustavo siempre fue un gran cantante, pero su presencia, su forma de componer, de tocar, de verse, estaba a la par. Pero si vamos a quedarnos con su performance vocal, la de Gustavo sin dudas es una delicia.
Siempre fuiste una persona que valoró la música desde el riesgo. Soda Stéreo y Gustavo solista siempre fueron riesgo. ¿Cómo te tomó la circunstancia que cuando a lo mejor pudiste hacerle escuchar tu música a Gustavo, lamentablemente se fue? ¿Qué te pasó?
Roxana Amed: Bueno, no conozco a ninguno de ellos (Aludiendo además de Gustavo a Charly García, Fito Páez y Luis Alberto Spinetta), y eso es difícil, porque es traumático, pero en el caso de Luis, que no fue traumático, también es una ausencia que me pesa. Es una ausencia inventada, ¿no? En mi mente, imaginarme que podía hablar con él y podía conversar, si le parecía bien lo que estaba haciendo, y confiarle desde qué lugar lo estaba haciendo. Creo que en el caso de Gustavo me pesa desde otro lugar, porque fue más nuevo y porque es la primera vez que lo hago. Bueno, en su momento hice “Cactus” de su última producción solista, ya del repertorio de “Fuerza Natural”, pero ahora me pesa más no haber podido compartirlo con él.
¿Sentís que como disco era lindo para indagarlo “Doble Vida” y por eso te metiste en un tema como “Corazón Delator”, que es del álbum más New York de los Soda?
Roxana Amed: Nó, nó. Fue buscando la canción, no fue buscando el disco. Como pasó con Charly, no estaba buscando Serú Girán, estaba buscando al autor. Y bueno, me los encontré, haciendo distintas cosas en distintos momentos, dando testimonio de distintos conflictos o resoluciones, ¿nó? Y creo que “Verbo Carne” es un tema muy distinto dentro de la obra de Gustavo y me parece que tal vez por eso me gustó, porque no es de los que conoce todo el mundo. Y yo traté también de que fueran canciones conocidas para poder cambiarlas.
Siempre has sido de oreja amplia para todo lo que pasa en el mundo. ¿Sentís que si Gustavo por esas cosas del destino hubiese nacido en Inglaterra habría sido como un David Bowie en esa escena artística?
Roxana Amed: Cantando con su voz maravillosa, sí. Gustavo está a la altura de los grandes artistas del mundo, sin dudas.
¿Y qué significa hoy por hoy mostrarlo al público de Estados Unidos? Por ejemplo, un disco donde están las canciones de los cuatro faros que iluminaron a la Argentina, están vigentes en tu álbum.
Roxana Amed: Estoy orgullosa de haber podido hacerlo. Y creo que junto con todo el equipo que trabaja conmigo, los músicos, toda la gente que está trabajando conmigo, lo hicimos con respeto y con pasión, creo que eso puede, ya lo estuvo haciendo, eso puede empezar a abrir algunas orejas internacionales, que a lo mejor no sabían que esto pasaba acá. Un aula cortita, los cuatro faros ya los conocemos.
¿El quinto es Pedro Aznar? Hay muchos, ¿eh? ¿Se pelean todos por ser el quinto?
Roxana Amed: (risas) Vamos a ver, se supone que este disco se llama «Todos los fuegos» y la respuesta es “el fuego”, citando a Julio Cortázar. Si el fuego sale pronto, ahí va a haber más autores.