María Callas revive conmovedora en una maravillosa interpretación de Angelina Jolie

La película que cierra el tríptico de realizaciones del destacado director trasandino Pablo Larraín sobre “mujeres icónicas”, constituye una atractiva película para los amantes de la buena música, describiendo con acierto la dramática semana final en la vida de la soprano en una emotiva visión cargada de flashbacks muy especiales.

(Capital Federal – Viernes 21 de Febrero de 2025) La muy extensa y prolífica carrera del realizador cinematográfico chileno Pablo Larraín comenzó a fines del viejo milenio, pero recién en el 2016 el director trasandino decidió emprender el camino de una trilogía sobre mujeres realmente muy icónicas en distintos ámbitos socioculturales. La primera en ver la luz fue “Jackie”, sobre la viuda del presidente John Fitzgerald Kennedy, interpretada por la prestigiosa actriz Natalie Portman, eslabón de apertura de la saga femenina analizada por el cineasta de Chile que alcanzó una muy buena repercusión a nivel mundial. Tras el parate de la pandemia y todo lo que provocó a nivel planetario, recién en el 2021 llegó la continuidad del proyecto con “Spencer”, dedicada a la princesa Lady Di, fallecida el 31 de agosto de 1997 en un accidente de tránsito. cuando Diana de Gales escapaba de la dura persecución mediática de los fotógrafos con su nueva pareja. Esa excelente película, con la actuación protagónica de Kristen Stewart, no solo potenció la carrera de la gran estrella fílmica estadounidense, sino que coincidió con una serie de homenajes a la “princesa del pueblo”, tal como se la denominó a la bellísima ex pareja del polémico Principe Carlos, recientemente convertido en rey tras la muerte de la histórica Reina Isabel.

El tercer episodio que cierra esta saga es “María” (Callas), estrenada ayer en nuestro país, dedicada a la cantante Maria Anna Cecilia Sofía Kalogeropoulos, artista mucho más conocida por su nombre artístico, figura de la música lírica que nació en New York el 2 de diciembre de 1923. El director Pablo Larraín decide en el cierre de esta trilogía poner el foco en la última semana con vida de la gran artista norteamericana de origen griego, planteo que coloca al espectador exactamente en el momento que los peritos forenses de la policía francesa inspeccionan el cuerpo de la soprano el 16 de septiembre de 1977, en medio de la congoja reinante en los acompañantes de la cantante en su hogar, un eficaz y sensible mayordomo que coordinaba los compromisos personales, junto a la ama de llaves que se encargaba de custodiar los mínimos detalles íntimos de la dueña de casa abocada al “bell canto” en el viejo milenio. La idea del realizador chileno es proponer desde ese muy dramático instante, como fueron los últimos siete días de la mayor diva musical lírica, un recorrido de su vida que incluye en esa semana parisina algunos flashbacks de su especial vínculo con el magnate griego Aristóteles Onassis y el presidente norteamericano John F. Kennedy.

El guión de Steven Knight fluye relajado con algunas situaciones muy conmovedoras en la vida de la artista, quien en esa última semana accede a concretar un documental con un medio inglés liderado por un tal Mandrax, sutil artilugio que el director utiliza fuera de lo ocurrido, colocando un joven periodista con un camarógrafo que entrevista a la soprano en diversos lugares de París. Esta charla con el documentalista británico es la forma que Larrain propone para conocer en aquella semana final de su vida, algunas impresiones de la excepcional artista lírica, quien estaba sumida en una muy poderosa depresión, la cual enmascaraba la enfermedad que la famosa cantante transitaba saturada de pastillas, mala alimentación y incontables alteraciones nerviosas que a cada rato la hacían lucir hierática o poco amistosa con sus acompañantes. María Callas vive en total silencio su malestar corporal, complejo cuadro de salud donde su garganta luce afectada por la crisis física, poniendo en riesgo su vida al ingerir tantos fármacos y desobedecer todas las indicaciones de los médicos que la vienen tratando por esas semanas. Su corazón está en riesgo, por múltiples y sobrados motivos.

La tristeza que invade a la famosa soprano tiene nombre y apellido: Aristóteles Onassis, el gran amor de su vida, persona que durante esos siete días previos al desenlace de esta vocalista aparece varias veces en esos recuerdos de la cantante, sumida en enorme dolor y también una intensa e inocultable decepción personal por ciertas conductas del recordado magnate griego. Ella evoca como lo conoció, como dejó a su marido y productor, para ir a los brazos de un multimillonario que no escatimó recursos para seducirla, pero que luego de un cierto tiempo de conquista y disfrute decidió pausar sorpresivamente ese vínculo al conocer a la joven y bella Jacqueline Bouvier, quien por entonces estaba de novia con el presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy. En esa etapa de recuerdos, la artista volcada a la ópera y las piezas líricas, rememora su batalla para retener el gran amor de su vida, un tiempo donde también el primer mandatario de Norteamérica mostraba interés en la legendaria cantante de origen griego. Está claro que Callas lleva muy clavada esa gran y dolorosa espina del multimillonario europeo que desistió de casarse con ella, pero que sí lo hizo con la pareja del presidente estadounidense. Ese dolor ni siquiera se aplacará en su corazón cuando vaya a despedirlo a la clínica donde agoniza el empresario, por màs que ambos establezcan un perdón mútuo sabiendo de la pronta partida del magnate europeo.

María Callas sabe que la batalla contra su enfermedad ha ingresado en un camino de no retorno, lo cual no la desalienta para mantener una cierta agenda operativa en una Paris llena de romántico perfil otoñal, aunque sus salidas estén tan esquematizadas que pocas cosas puedan parecer alentadoras, pues solo se permite recorrer muchos bares del lugar para encontrarse con personas que la recuerden por sus tiempos gloriosos, sin olvidar esas escuetas visitas al teatro para cantar con un pianista y comprobar cómo está su voz. En esas estadías en algunas sala teatrales servirán para ubicar el grado físico de desaliento que la rodea en cada aparición pública, mientras un reencuentro con su hermana destapará aquellos viejos y traumáticos fantasmas que signaron su breve etapa previa, poco antes de convertirse con su voz y talento sin dudas en la estrella más importante del panorama femenino lírico del mundo. Habrá en esos flashbacks la chance de evocar la tarde en que el presidente de los Estados Unidos aisló una cafetería, solo con la finalidad de pedirle que actúe en la Casa Blanca, por más que ella solo esté pensando en Aristóteles Onassis y absolutamente nadie más. Por eso el cruel y desgarrador dolor que la percute firme en las noches parisinas, cuando desconsolada mira el cielo o decide estar tirada en algún sofá, mirando las fotos de aquél romántico y frustrante momento mientras escucha vinilos con un moderno equipo para reproducirlos.

El principal problema que afronta esta valiosa realización del realizador trasandino, es que todavía subsiste a pesar de la pandemia el recuerdo en los numerosos fans de la cantante de aquella película lanzada en 2018 (María By Callas, de Tom Volf), notable documental que incluía muchos momentos con la artista hablando en distintos tipos de entrevistas, sumado a momentos de la intérprete en números musicales muy famosos y decisivos. Aquel recuerdo de la Callas real es una suave piedra en el camino de seducir a nuevos o clásicos admiradores de la artista, aunque en esta interesante película, las cosas estén planteadas desde lo ficcional, por más que aparezcan casi al final de la historia unas mínimas referencias en material de archivo a la legendaria y volcánica soprano del mundo clásico. La forma en que Pablo Larraín acerca al espectador a ese último día en la vida de la cantante, es un recorrido poético y romántico por las calles parisinas, tiempos donde los pensamientos de la protagonista en ese seductor lugar aparezcan todo el tiempo teñidos de una preocupación y tristeza difíciles de ocultar a la mirada pública.

La pregunta que se hacen todos: ¿Cómo está Angelina Jolie en la piel de María Callas? La respuesta es sorpresa, un batacazo sencillamente inolvidable. Acostumbrada a filmar un montón de películas tan intrascendentes como insufribles, la ex esposa de Brad Pitt hace entrega de un trabajo histriónico deslumbrante, mostrando como nadie esa opacidad que destilaba la cantante en sus últimos días de vida, sin perder ese humor ácido, pero también convencida que no le quedaba mucho tiempo en esa bella ciudad donde terminaría dando sus últimas notas frente a una gran ventana. “Mi vida es una ópera, si canto sin dudas nos retaría todo París” admite su personaje con una credibilidad impactante, mientras el piano de su lujoso departamento va de una habitación a la otra. Dando vida a esa sufrida mujer que hasta el último minuto no olvidó a Onassis, la intérprete de “Maléfica” ejerce aquí un trabajo de menor a mayor que copa toda la pantalla cuando interpreta su última área muy cerca del ventanal, crucial momento donde todos transeúntes en la calle se paralizan por su conmovedora garganta sin la ayuda de una orquesta. Pero está claro que los médicos le advirtieron que cantar podía costarle la vida a su sufrido corazón, situación que se enlaza con el principio del film, en una actuación brillante y conmovedora para una artista muy acostumbrada a protagonizar muchos adefesios fílmicos de dudoso valor o calidad creativa.

Pablo Larrain cierra está “trilogía de mujeres icónicas” con una maravillosa producción, la cual merece ser vista una o dos veces para descubrir muchos micro-detalles que ponen de manifiesto su interés por ofrecer un retrato final muy emotivo, donde Jolie se apodera de su papel para una actuación muy cuidada y certera. Tal como todos pueden imaginar, una película de estas particulares características permite disfrutar a lo largo de los 129 minutos de proyección de una banda de sonido demoledora. Entre las bellas piezas que el espectador puede disfrutar de los audios originales de Callas están “O mío bambino caro”, la “habanera” de “Carmen”, algún fragmento de Tosca o “La Traviata”, historia que cierra con el conmovedor “Va pensiero” de “Nabucco”, mientras los títulos finales coronan una performance cinematográfica muy buena de principio a fin. Ejerciendo sin titubeos un control apropiado, para no sobrecargar las tintas o sentimientos de sus protagonistas en una inédita revisión de los últimos días de la famosa soprano, el director chileno expone una maravillosa calma para editar y proponer un banquete de buenas actuaciones con un contexto lírico muy fino y sensible. Sentada en la cama de la terapia mientras Aristóteles Onassis vive sus últimos minutos, María Callas prefiere olvidar su odio por el abandono de este magnate tras haberse desposado con la estilizada Jacqueline Bouvier, para decirle mientras le toma la mano que “la muerte es nuestra compañera”. Consciente que durante los últimos años debe encaminarse a un cierre con heridas internas incurables, la hermosa cantante dispara sus últimos gorjeos en la capital francesa rebosante de un eterno otoño.

Film “María” (Callas) / Director Pablo Larraín / Guión: Steven Knight / Intérpretes: Angelina Jolie (Maria Callas) / Pierfrancesco Favino (Ferruccio) / Alba Rohrwacher (Bruna) / Haluk Bilginer (Aristoteles Onassis) / Kodi Smit-McPhee (Mandrax) Stephen Ashfield             (Jeffrey Tate) / Valeria Molino (Yakinthi Callas) / Caspar Phillipson (JFK) / Lydia Koniordou (Litsa Callas) / Vincent Macaigne (Doctor Fontainebleau) / Duración: 129 minutos. (Muy Buena)

Fotos Film “María” (Callas) de Pablo Larraín: Agencia Raquel Flotta 2025