Andrea Alvarez formalizò en vivo su atractivo disco “Y lo dejamos venir” con un show afectado por un sonido ajeno a su calidad musical.

La extraordinaria batera y percusionista oficializò su último álbum de estudio en el “Teatro Vorterix”, acompañada por su banda junto a figuras como Mariano Martìnez y Richard Coleman, pero el audio de su recital no estuvo acorde al evento.

Andrea Alvarez (Vorterix Theatre - Foto Paul David Focus 009)

Por Gabriel Imparato

(Capital Federal – Domingo 12 de Julio de 2015) Un sonidista en vivo puede provocar las situaciones màs inesperadas y convertirse de manera insòlita en el protagonista de una situación donde su persona debería quedar en segundo plano si las cosas salen bien, algo de lo que puede dar fè el mismísimo Joaquìn Sabina, cuando una noche cantando en una entrega de los Premios Gardel, viò como el sonidista del evento lo convertía en inusual e inesperado tartamudo mientras el público optaba entre reir y otros en mirar desesperado al ingeniero de sonido ante lo que sucedìa. Sabido es que la oficialización de un álbum en vivo demanda casi la logística que tiene un despegue àereo, circunstancia en la cual la falla de algún elemento puede provocar inesperadamente que el objetivo central finalice de mala manera. Salvando las distancias y sin una dramatización exagerada de ningún aspecto, la música es una situación artística cuyo vuelo requiere de cuidados extremos porque el mismo està condicionado en primera instancia por sus intèrpretes, pero luego determinados elementos secundarios en la consideración general pueden robarse un muy ingrato protagonismo y provocar algo màs que preocupación en los asistentes.

Andrea Alvarez (Vorterix Theatre - Foto Paul David Focus 001) 
Andrea Alvarez, es una legendaria baterista y percusionista de sobrados kilates en la música hace numerosas décadas, tiempos en los que alternò su fantástica colaboración con un crisol de figuras que van de“Soda Stèreo”a“Viuda e Hijas de Roque Enrol”, una vida dedicada de pleno a la música en la cual su carrera solista viene merecidamente ocupando un destacado plano en las últimas temporadas, sustentado en buenos discos y algún dvd, junto a conciertos en los que su trabajo muestra la excelsa calidad que depone segundo a segundo cuando encara sus proyectos. Con un enorme dominio de escenario y con una impronta tan sexy como adrenalìnica, la intèrprete hace rato que viene dejando hasta el alma para posicionar su obra en solitario, conciertos en diferentes ámbitos en los que su trabajo junto a sus acompañantes suele redituar notables espectáculos en vivo. Lo sucedido hace muy pocas horas en el Teatro Vorterix con su nuevo àlbum“Y lo dejamos venir”junto a Lonnie Hillyer en bajo y Tomàs Bruguès en guitarra, lamentablemente se transformò en un show de esos que muchos preferirían vivenciar con otro desenlace, uno a la altura de sus protagonistas.

Andrea Alvarez (Vorterix Theatre - Foto Paul David Focus 002)

Se entiende hasta cierto sentido que todo espectáculo deba incluir algún concierto previo como prolegómeno de su puesta en función, ahora, posicionar como una muy inesperada prueba de resistencia la impresentabilidad sonora de Billy James, que intenta tocar varios instrumentos al mismo tiempo, postura que logra mágicamente que todo suene muy mal simultáneamente no se justifica bajo ninguna razón centrada en la lógica. La protagonista del espectáculo central había acompañado a muchas figuras en la càlida planta escénica del“Teatro Vorterix”(antes conocido como El Teatro)y finalmente se hizo justicia con un recital de la instrumentista y cantante en un ámbito tan especial como ese, pero de manera inesperada las cosas no salieron como un show de esta destacada artista merecía, fruto de la despampanante e inocultable impericia que signò el audio de su concierto desde los segundos iniciales hasta el mismìsmo saludo final. Juanjo Burgos resultò el designado en esa función y lamentablemente su tarea no solo empañò el resultado artístico, sino que en muchos momentos provocò inconvenientes colaterales que no pasaron desapercibidos en una situación tan especial.      

Andrea Alvarez (Vorterix Theatre - Foto Paul David Focus 004)

Incapaz de evaluar correciones en su planteo sonoro, el ingeniero de sonido aplicò desde el comienzo hasta el final la teoría que“màs es mejor”, extenso concierto que nunca tuvo la ecualización apropiada para un evento asì y ni hablar del nivel de planos para aquellos instrumentos sonando en la mezcla general. Su postura desde el primer segundo fue darle al guitarrista un audio embravecido, que fue creciendo de volumen minuto a minuto, con las consecuencias que pueden imaginarse de un yerro multidimensional como ese, fallida labor que privilegiando un determinado sonido encandilò de forma brutal al resto de los instrumentos hasta que los músicos volvieron a su área de camarines. Con la voz de la anfitriona totalmente desamparada y el sonido de sala cada vez màs atronador, las letras entonadas terminaron siendo lo mismo, vulgar planteo que se complementò en paralelo con una puesta lumínica a trasluz tan absurda como injustificada en un sitio asì, La idea de Ana Clara de encandilar a la audiencia, sumada a una saturada postura de adicionar humo sin pausas, parecía màs un efecto propio del“Mago Malerva”para ocultar aquellos pifies de la acrobática jugada de simulación visual. Conce Soares, una percusionista que la artista argentina conoció a principios de año en una experiencia latina, fue la primera ejecutante invitada, con tan mala fortuna que segundos después de iniciar su ejecución en las timbaletas, perdió uno de sus palos y numerosos segundos sin tocar ese instrumento, situación que no pasò desapercibida por los presentes en el teatro de Colegiales.

Andrea Alvarez (Vorterix Theatre - Foto Paul David Focus 006)

Este no fue el único percance, porque la percusionista invitada casi no entendía el audio que le venìa de monitores, por lo cual su segunda canción con la protagonista sucumbió a una serie de desfasajes interpretativos bastante perceptibles, aunque los mismos para su suerte, jamàs alcanzaron ribetes inquietantes merced al ingeniero de sonido, que con un incomprensible ensañamiento llevò los volúmenes del guitarrista hasta acoplar con todo lo que se moviese en cinco cuadras a la redonda. Semejantes bloopers en un recital de la fantástica artista local, contaron con un anexo escénico preocupante cuando aquellos del lado derecho de la sala advirtieron que la baterìa estaba ubicada justo a 90 grados de su eje central, permitiéndoles ver en esa situación la espalda de la protagonista a contraluz sin otra alternativa de observación desde ese lugar. Andrea, quien luciò muy entusiasta y feliz de celebrar en dicho lugar el estreno oficial de su nueva placa, tocò cada instante de forma excepcional, pero el caos reinante lentamente le fue ganando la partida en bastantes tramos del espectáculo primero con muy serios problemas de monitoreo ante una inusual acumulación lìquida en su sistema intraural, olvidando a poco de iniciado el concierto el orden de los temas, situación que en cada corte se agravaba por las desinteligencias con los demás ejecutantes al momento de arrancar cada obra elegida.

Andrea Alvarez (Vorterix Theatre - Foto Paul David Focus 007)

Como si esto no bastara, Tomàs Bruguès, lejos de aportar calma desde su plataforma de tareas, pareció sufrir un insólito lapsus de guitar hero, deambulando casi como Macaulay Culkin en“Mi pobre angelito 1”sin control alguno por la atascada zona escénica, corridas que ponían en figurillas a los técnicos procurando que el violero no se accidentara con su disfuncional comportamiento adolescente. El concierto, con un audio atronador y pocas esperanzas de correciòn fue entrando en su recta final y las presencias de los guitarristas Richard Coleman y Mariano Martìnez como invitados del evento casi en el último tercio de concierto, transcurrieron con inconvenientes técnicos atenuados, desarrollo musical en el cual las cosas no cesaban de arremolinarse merced al audio de show, derrotado por la descomunal impericia de su operador, quien jamàs en toda la noche pudo encontrar con un mínimo de cordura la ecualización, planos focales y balance necesarios. Entregando su talento, simpatía y genial forma de tocar la baterìa, Andrea Alvarez se ofreciò plena en su rol brindado lo mejor de sì de principio a fin, pero la inesperada problemática creada por su sonidista convirtió su vuelo sonoro en una incòmoda trayectoria con tumbos propios de“Y dònde està el piloto?”, màs que en la superlativa calidad que la obra de esta artista exhala segundo a segundo hace ya varias décadas.

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