El cantante malagueño oficializò el éxitoso àlbum“Terral”en un abarrotado Luna Park que lo ovacionò hasta provocarle incontenibles làgrimas al ídolo español.
(Capital Federal – Domingo 22 de Marzo de 2015)El estadio Luna Park respira enorme ansiedad y nervios, una atmòfera de histeria levemente contenida, risas entrecortadas y la vista casi desbocada en busca de lo que han venido a ver. Los minutos pasan y las ocho mil mujeres que abarrotan el clásico coliseo de box ya no se aguantan, están muy sacadas y para mal de males la presencia de un telonero parece aùn fastidiarlas màs. Cuando todo parece embadurnarse de una húmeda locura femenina, las luces se apagan y explotan esas inquietas mujeres que ya pasaron de baño marìa a hervor absoluto, mientras toda la gente de seguridad se pregunta una y otra vez còmo vivirán las próximas dos horas. Desatando un delirio casi lindante en la histórica beatlemanìa de los’60, Pablo Alboràn sale a escena para cantar“Està permitido”y no hay un alma sentado en su butaca, a excepción obvia del cronista que cubre esta situación artística.
Despuès de llenar varios Opera Allianz en su última estadìa, el músico malagueño està de vuelta con el exitoso álbum “Terral”,para ofrecer las nuevas canciones y naturalmente dar la cuota de recuerdo con los hits que su ascendente carrera esgrimió muy velozmente en el nuevo milenio. Remera blanca con un dibujo bastante tosco, jeans y una gran sonrisa que podría iluminar el Empire State en segundos lo hallan en el centro del escenario con un entusiasmo propio de quienes saben que es el momento clave de clavar el cuchillo en un ataque decisivo. Las primeras canciones son un dolor testicular para el sonidista, que a duras penas logra captar una primera mezcla del audio externo. Mientras miles y miles de gargantas gritan como si el Armaggedon estuviese a punto de llevarse puesto al estadio de la calle Bouchard, acomoda las perillas para lograr un sonido digno para un evento que en esos primeros minutos està teñido de infinita histeria. Desde lo técnico la fiesta quedarà a los pocos segundos empañada por partida doble:por un lado el jefe de luces erra fiero con una puesta vergonzosa que satura en amarillos y azules claros como si fuera la cena anual de los fans boquenses en algún hotel porteño, dejando en claro que la banda tocarà toda la fucking noche iluminados como si los botes de rescate todavía buscaran sobrevivientes de ese mastodonte llamado Titanic. Mientras esto acontece, el editor de cámaras para emitir en pantallas laterales opta por la fácil, pocos primeros planos del protagonista y tomas de lejos en lo que parece una gastada a la gente que no tiene sitios privilegiados. Para verlo como el ojete en la punta elevada del pullman, no hace falta ayuda de un genial idiota.
La lista de canciones esgrime una velocidad crucero y asì casi sin percatarse, pasan veloz y prolijamente“ La escalera”, “Pasos de cero”, “Ecos”, “Recuérdame”, “Quimera” y“Un Buen Amor”, todas del flamante disco de estudio. Demàs està decir que ninguna mujer en el estadio permanece sentada ni aunque las amenacen con humeantes motosierras, velada en la que Pablo Alboran escucharà ahí todas las guarangadas posibles y por haber como la elocuente demostración de deseo y pasión incontenible. “Embarazame!”y “Violame sin miedo!”encabezan los charts de epítetos que las muy desenfrenadas fans lanzan buscando captar la atención del anfitrión, quien al principio sonríe tìmido y después comienza casi con incomodidad a suplicar que vayan aplacándose. Malas noticias, el nivel de frases casi ignora el pedido y de a ratos el asunto se pone pesado para Pablo, que cortès y galante se acerca al micrófono para calmar esa nerviosa situación,que iluminada a todo trapo por el tontìn del operador de luces parece no permitirle al español un cornudo lugar para poder resguardarse de esa plomiza carga emocional que destiñe los pasajes màs íntimos de un correcto concierto.
Sorpresivamente Alboràn decide patear la lista programada de canciones y mete en serios apuros a quienes veníamos siguiendo el piloto automàtico de un setlist demoledor en hits y obras muy pegadizas. “La última vez que estuve haciendo promoción, un dìa que estuvo muy lluvioso,una fan se me acercò y me dijo“el mal tiempo se fue porque llegaste vos que sos el sol”,ahì me dì cuenta del infinito afecto de la gente en esas situaciones,asì surgió un tema que està relacionado totalmente con Buenos Aires”, detalla serio Pablo y tras cartón encara“Entre un compàs”, el único tema inèdito de un concierto impactante en cada uno de sus bloques temáticos. Pasando de los teclados a la voz lead, encarando un cuarteto acùstico con algún bloque menos ìntimo, van pasando“Desencuentro”, “Volvería”, “Quién”, “Caramelo”, “El Olvido”, “Miedo”, “Beso”y“Perdóname”, bloque que matiza con algunas coreografías previamente diseñadas de alto impacto sensorial.
El final està diseñado para noquear impoluto, sustentado en buena parte por clásicos que han convertido al malagueño en este Sebastian Vettel del nuevo pop español que se quiere comer crudo a los consagrados“Hamilton Bisbal”o “Raikkonen Sanz”, show donde llevan las de ganar himnos latinos“Te he echado de menos”, “Ahogándome en tu adiós”, “Dónde está el amor”, “Tanto”, “Éxtasis”y“Volver a empezar”, con la que cierra el listado formal en una noche donde las seguidoras del músico han agrandado los pabellones testiculares de la gente de seguridad hasta dimensiones incalculables. Tocando cajòn peruano, dando sus bailoteos andaluces y tirando frases cariñosas, Alboran llega a la lista de bises poco a poco disfrutando de la fiesta sembrada, esa que continùa con“Solamente tú”y “Por fin”, un show al que todavía le falta el golpe de gracia. Muy organizadas entre sì, las mujeres de enorme pasión por el vocalista europeo escrimen cada una desde su ubicación un gran cartel que dice“Argentina es tu lugar”junto a seis seguidoras que levantan las letras de la palabra“Gracias”. Pablo, muy golpeado por el sincronismo, acusa realmente serio la gran estocada de las fans y a mitad de la canción titulada con esa palabra, se larga a llorar con poco disimulo mientras los gritos del público saturan todos los vúmetros existentes. Tras un cierre èpico de la composición, Alboràn se arrodilla y besa el suelo sin trucos, dando a la faena esa conmoción propia de las grandes noches. Sabedor que està asegurando por un extenso período ese amor que lo une a sus admiradoras, clausura claro con“Despídete” y “Vìvela”la noche de su consagración definitiva ante los argentinos. Lo cual no es poco.